Las investigaciones científicas advierten de la importancia de la nutrición en el desarrollo de ciertas patologías o enfermedades neurológicas como el Alzheimer. Es fundamental tomar conciencia y asumir que la alimentación debe estar dentro del tratamiento de un paciente de Alzheimer, independientemente del tipo de demencia registrado: leve, moderado o severo.
Por regla general, el Alzheimer aparece a una edad avanzada y quien lo padece puede encontrarse vulnerable a nivel nutricional. A los síntomas propios de la enfermedad, hay que prestar atención a otras alteraciones y enfermedades, propias del envejecimiento, como puede ser hipertensión o diabetes. Todo ello puede perjudicar el estado nutricional de la persona afectada, potenciando su desnutrición, algo que terminará por agravar la demencia hasta el punto de poder causar incluso su muerte.
Nutrición y Alzheimer: pérdida de peso
Muchos de los pacientes que sufren Alzheimer tienen pérdidas de peso importantes que pueden terminar en riesgo de desnutrición. Normalmente, las pérdidas de peso se suceden durante las primeras etapas de la enfermedad como consecuencia de los siguientes factores:
- Alteraciones en el gusto y en el olfato.
- Dieta simple, monótona y sin mucha variedad.
- Soledad y falta de apetito.
- Problemas al masticar por falta de piezas dentales.
- Dificultad a la hora de comprar y cocinar.
- Falta de horario en las comidas.
Cuando la demencia adquiere una etapa más avanzada, la pérdida de peso es mayor tras la aparición de problemas relacionados con el Alzheimer que entorpecen la ingesta y favorecen la deshidratación. Nos referimos básicamente a la pérdida de la capacidad para reconocer alimentos, dificultad para tragar, pérdida de habilidad para comer o rechazo a la hora de comer.
Al igual que sucede con los fármacos, la alimentación es algo prioritario que debe estar presente en el tratamiento de un enfermo de Alzheimer. Una vez iniciada la enfermedad, el médico encargado deberá valorar el estado del paciente a nivel nutricional y hacer un seguimiento.
De ese modo, el paciente deberá seguir una dieta adaptada a su caso particular según su autonomía y estado físico para evitar la desnutrición, el estreñimiento y la deshidratación. Intervenir su dieta de la forma más efectiva posible conlleva mantener su peso y un nivel adecuado de masa magra.
Disfagia en pacientes con Alzheimer
La disfagia o dificultad para tragar es un aspecto que hay que considerar a la hora de tratar la dieta de un enfermo de Alzheimer. El objetivo es mantener un estado nutricional adecuado, diagnosticando el grado de disfagia que presente y el tipo de textura más adecuado a su caso.
La alimentación tradicional de textura modificada es el primer paso que hay que dar en cuanto un paciente es diagnosticado de disfagia. Su objetivo es adaptar la dieta a una viscosidad recomendada directamente por el especialista para que los alimentos y bebidas adquieran un tipo de consistencia adecuada, ya sea pudding, líquido o néctar.
Ahora bien, hay que tener mucho cuidado para no caer en la monotonía en las preparaciones. Es decir, es muy importante esmerarse en los platos y asegurarse de que la mezcla de sabores resulte agradable al paladar. Si las dietas terminan siendo de escaso valor nutritivo o si no son aceptadas por el paciente, terminarán por provocar pérdida de peso e incluso desnutrición.