La disartria es un trastorno del habla que puede tener un profundo impacto en el desarrollo comunicativo y social de los niños. Aunque no es tan común como otros problemas del lenguaje, su detección temprana y abordaje adecuado desde la logopedia infantil es esencial para mejorar la calidad de vida del menor y facilitar su integración en entornos educativos y sociales.
En este artículo, Neuro Centro Tenerife, te explicamos todo lo que necesitas saber como padre, madre o profesional educativo para reconocer los signos de alerta y entender cómo la intervención logopédica puede marcar una diferencia real.
¿Qué es la disartria?
La disartria es un trastorno neurológico del habla que afecta la coordinación muscular necesaria para articular sonidos correctamente. Esto ocurre debido a una lesión o disfunción en el sistema nervioso central o periférico, que puede deberse a diferentes causas como parálisis cerebral, traumatismos craneales, accidentes cerebrovasculares o enfermedades neurodegenerativas.
A diferencia de otros trastornos del lenguaje como la dislalia o el trastorno del desarrollo del lenguaje (TDL), en la disartria el problema está en los músculos del habla, no en la comprensión o formulación del lenguaje. Es decir, el niño sabe lo que quiere decir, pero no puede articularlo de forma clara.
Tipos de disartria según el tono y tipo de movimiento
Existen varios tipos de disartria, clasificados según la zona afectada del sistema nervioso y el tipo de afectación motora. Estos son los más comunes en el ámbito pediátrico:
Disartria espástica
Se caracteriza por un tono muscular excesivamente alto y rigidez. El habla suele ser lenta, forzada y con una calidad vocal monótona. Es común en niños con parálisis cerebral espástica.
Disartria atáxica
Aquí el problema reside en el cerebelo. El habla es entrecortada, con errores en la entonación y ritmo inestable. Puede sonar como si el niño estuviera “tropezando con las palabras”.
Disartria flácida
Ocurre cuando hay una debilidad muscular generalizada. El habla es débil, con poca intensidad y a menudo nasalizada. En algunos casos, puede haber dificultad para mantener una respiración estable durante la comunicación.
Disartria hipocinética e hipercinética
Más raras en niños, pero pueden presentarse en casos asociados a enfermedades como la enfermedad de Parkinson o distonías infantiles. El habla puede ser muy acelerada o presentar movimientos involuntarios.
¿Cómo se detecta la disartria en la infancia?
Reconocer la disartria en los primeros años de vida puede ser un reto, especialmente si el niño aún está desarrollando sus habilidades lingüísticas. No obstante, hay señales de alarma que pueden alertar a padres, cuidadores y educadores:
- Dificultad para articular sonidos desde los primeros intentos de habla.
- Voz monótona, ronca, o muy baja.
- Babeo excesivo y dificultades para masticar o tragar.
- Problemas de respiración durante el habla.
- Lentitud al hablar o pausas inadecuadas.
- Cambios en la prosodia (entonación y ritmo del lenguaje).
Ante cualquiera de estas señales, es fundamental consultar con un logopeda especializado en neurodesarrollo infantil. Una evaluación logopédica completa permitirá diferenciar la disartria de otros problemas y establecer un plan de intervención adecuado.
¿Cómo ayuda la logopedia infantil en la disartria?

El tratamiento logopédico en la disartria infantil es altamente individualizado. Cada caso es distinto, y el enfoque dependerá del tipo de disartria, la edad del niño, su nivel cognitivo y su entorno familiar. En general, los objetivos terapéuticos incluyen:
Fortalecimiento muscular
A través de ejercicios específicos, el logopeda trabajará con el niño para mejorar el tono y la movilidad de los órganos implicados en el habla: labios, lengua, mejillas, paladar y laringe.
Entrenamiento en articulación
Se utilizan juegos, técnicas de retroalimentación visual y auditiva, y recursos tecnológicos para mejorar la claridad del habla y ayudar al niño a posicionar correctamente los órganos articulatorios.
Control de la respiración y la voz
El trabajo respiratorio es clave para lograr un habla más fluida y sin bloqueos. Además, se entrena la modulación del volumen y tono de voz, según la situación comunicativa.
Uso de sistemas aumentativos y alternativos de comunicación (SAAC)
En casos más severos, se introducen apoyos como pictogramas, gestos, tabletas con voz o tableros de comunicación. Esto permite al niño comunicarse de manera efectiva mientras mejora sus capacidades verbales.
La importancia del entorno familiar y escolar
El apoyo del entorno es fundamental. Padres, hermanos, docentes y cuidadores deben involucrarse activamente en la terapia y en la práctica diaria de las habilidades aprendidas. En muchos casos, los logopedas trabajan de forma coordinada con centros escolares para adaptar materiales, facilitar la comunicación y evitar situaciones de aislamiento o frustración.
La implicación constante del entorno puede acelerar la evolución del niño y fomentar su autoestima. La logopedia infantil no es solo una terapia, sino un trabajo conjunto que pone al niño en el centro de la intervención.
¿Cuánto dura el tratamiento logopédico?
No hay una respuesta única. Algunos niños muestran mejoras significativas en pocos meses, mientras que otros requieren años de seguimiento. Lo importante es mantener expectativas realistas y celebrar cada avance.
Una evaluación periódica permite ajustar el plan terapéutico y mantener la motivación tanto del niño como de su familia. El refuerzo positivo y la constancia son dos pilares clave.
Con un enfoque temprano y constante, muchos niños con disartria pueden alcanzar un nivel funcional de comunicación que les permita participar activamente en su entorno.
¿Qué papel juega la detección temprana?
La intervención precoz es esencial. Cuanto antes se detecte la disartria, más eficaz será el tratamiento. En muchos casos, una detección durante la etapa preescolar evita dificultades académicas, sociales y emocionales más adelante.
Por eso, los controles de salud infantil, las revisiones pediátricas y la observación en casa y en la escuela son herramientas clave. Si hay dudas sobre la pronunciación, el tono de voz o la forma en la que el niño expresa sus ideas, es mejor consultar a un especialista sin esperar a que el problema se agrave.
Conclusión
La disartria infantil puede ser un gran desafío, pero también una oportunidad para generar entornos más inclusivos y comprensivos. Con el apoyo adecuado y una intervención logopédica bien estructurada, los niños con este trastorno pueden mejorar significativamente su comunicación y su calidad de vida.
No se trata solo de hablar mejor, sino de conectar, expresarse y participar plenamente. La logopedia infantil ofrece las herramientas para que esto sea posible.
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