La EMT se trata de una tecnología relativamente nueva, que tiene grandes ventajas frente a otras terapias de neuromodulación. Entre otras, podemos destacar que es un método no invasivo y en el que el paciente no necesita de anestesia, oxígeno y otros componentes que son comunes en terapias como la electroconvulsiva o de electrochoques.

Este tratamiento está avalado por la Agencia Europea del Medicamento (EMA), con una amplia eficacia en el tratamiento de trastornos mentales como la depresión, la ansiedad, las adicciones y el Trastorno Obsesivo-Compulsivo, entre otros.

Tratamiento frente a la depresión

Con este método se consigue despolarizar las células nerviosas que de alguna forma tienen bloqueada la liberación de ciertas sustancias y no consiguen entregar información o lo hacen de manera incorrecta para así poder modular el desbalance neuroquímico y mejorar su funcionamiento.

Toda esta neuromodulación se ve reflejada en los pacientes haciendo que, empiecen a percibir bienestar emocional y cognitivo lo que lleva a mejorar su atención y su capacidad de pensamiento abstracto, pensamiento crítico y creatividad.

El tratamiento con Estimulación Magnética Transcraneal (EMT) se realiza en sesiones de unos 20 minutos de duración y con un número de sesiones que depende del protocolo específico para cada patología (en torno a 20-30 sesiones).

Cabe destacar que la EMT no es una cura definitiva para la depresión, pero sí nos ayuda a aumentar significativamente la calidad de vida de los pacientes además de ser una alternativa a la utilización de fármacos.

Por otra parte, numerosos estudios sugieren también una alta efectividad en el tratamiento de otras enfermedades, como la Fibromialgia, el dolor neuropático, el Trastorno por Estrés Postraumático, el Autismo y la Esquizofrenia, entre otras. 

Por tanto, y gracias a su excelente tolerabilidad y la ausencia de efectos secundarios convierten a la Estimulación Magnética Transcraneal en un fantástico aliado con el que ayudar a los pacientes.