Los problemas de lenguaje suelen reconocerse tarde y la intervención temprana es crucial.
Hoy en día, existen muchos niños y niñas con dificultades de comunicación, que no pueden pronunciar correctamente determinadas palabras o sonidos, siendo difícil para otras personas entender qué quieren decir.
La infancia es una etapa clave en la vida de las personas y especialmente importante en el desarrollo de ciertas aptitudes psicológicas, así que es fundamental eliminar las barreras de comunicación que puedan existir. De esta forma fomentaremos el desarrollo adecuado de los niños, evitando que vean dañada su autoestima o que dichas dificultades de comunicación influyan negativamente en su relación con los demás.
Si mi hijo o hija no habla o tiene dificultades a la hora de expresarse ¿Qué debo hacer?
En caso de detectar un posible trastorno del lenguaje es fundamental acudir al médico puesto que puede existir una patología asociada como puede ser algún trastorno de respiración o deglución, nódulos vocales, hipoacusia o sordera o algún trastorno general del desarrollo como el autismo o el síndrome de Down.
Es imprescindible además seguir una terapia adecuada con un logopeda, pero ¿Sabes realmente qué es la logopedia y en qué consiste una terapia de este tipo? ¡Te lo contamos!
¿Qué es la Logopedia?
La logopedia se ocupa de la prevención, diagnóstico y tratamiento de las alteraciones del habla y del lenguaje. A través de la terapia del lenguaje, dicho profesional asistirá a las personas con dificultades de comunicación, tanto si estos problemas se dan a la hora de expresarse oralmente o por escrito, y tanto en la comprensión como en la emisión de mensajes. Estos trastornos pueden ser de diversos tipos tales como trastornos del lenguaje, de la articulación, de la fluidez o de resonancia o de la voz, entre otros.
¿Cómo detectar si mi hijo o hija necesita acudir a una Terapia de Logopedia?
Cuanto antes detectemos el trastorno en cuestión, más fácil será solucionar el problema. Por eso es importante prestar atención al desarrollo de nuestros hijos, asegurándonos de que hay una correcta evolución en el proceso de adquirir nuevos aprendizajes lingüísticos, comunicativos y sociales.
La buena noticia es que existen una serie de indicadores que pueden ayudarnos a detectar que nuestro hijo o nuestra hija necesita ser tratado por un logopeda.
Podemos observar el llanto, las sonrisas o las respuestas a los juegos a través de sonidos en los bebés, el uso de vocales y consonantes a lo largo del primer año y medio, y una vez ya aprenden a usar las palabras hemos de poner atención a la combinación que hacen de las mismas, cómo construyen las frases, etc.
En definitiva; hemos de tener en cuenta que los niños tengan interés por comunicarse y facilidad para hacerlo, y que tengan una evolución adecuada en la construcción de vocabulario, combinación de palabras, explosión lingüística y frases cada vez más elaboradas.
¿En qué consiste la terapia con un logopeda?
Para empezar se evalúa a cada paciente para su diagnóstico y posterior planificación del tratamiento, para lo que el especialista va a valerse de diferentes métodos que le van a permitir obtener la información que necesita. Puede hacerlo a través de métodos de observación, pruebas y valoración del historial médico del paciente. en este punto es importante la información que nos puedan aportar el resto de profesionales sanitarios, maestros y entorno familiar.
Una vez planificado el tratamiento, que puede desarrollarse tanto en un centro u hospital como en el propio domicilio del paciente, se empezará con las sesiones de terapia. La terapia va a consistir en enseñar y educar en el lenguaje al paciente a través de la práctica de ejercicios respiratorios, de pronunciación de las vocales, de ritmo, discriminación fonética, ejercicios faciales, con los labios y con la lengua, etc.
¿Cuánto tiempo puede durar el tratamiento?
No podemos establecer una media de la duración de los tratamientos puesto que la extensión va a depender de cada caso concreto. En función del tipo de trastorno y de las condiciones del paciente, el tratamiento puede durar semanas, meses e incluso años.
En ocasiones se da la situación de que en cuanto la familia comienza a notar una mejoría en el niño o niña interrumpe la terapia porque piensa que ya está solucionado el problema, pero es muy importante que terminemos las sesiones estipuladas por el terapeuta para no entorpecer el proceso. Terminar la terapia es fundamental para la mejoría de nuestros hijos.
¡Valdrá la pena el esfuerzo!